Hoy me he levantado repleto de energía y entusiasmo. Siento una mezcla de ilusión y alegría por tener la suerte de explorar otra cultura distinta a la vivida, conocer nuevas personas, explorar nuevos países, descubrir otras perspectivas acerca de la vida y sus significados. Por otro lado, siento una mezcla de tristeza e incertidumbre. Porque aquí nunca podrán tener una calidad de vida semejante a la nuestra. Muchos de ellos no pueden permitirse ir al colegio para llegar a tener un futuro mejor.
Más tarde hemos ido a jugar al patio con las niñas. Y me he dado cuenta que no hace falta tener un súper móvil o un súper coche para sonreírle a la vida. Con una pelota y unos amigos con quien compartirlo, lo tienes casi todo. Es realmente increíble cómo, a pesar de todas las dificultades y limitaciones que están pasando, son capaces de reír y ver el lado bueno de la vida, sin quejarse por la situación o estar amargadas.
La reflexión del día es que tengo mucho que aprender de estas niñas y su habilidad para afrontar la vida. Sin querer el súper móvil o súper coche para impresionar a los demás. Sin decirle a mi madre que no me gusta la comida y me la cambie por otra. Sin quejarme por la situación del país y lo mal que va todo. Sin querer comprar ropa de marca cool simplemente porque la que tengo esta pasada de moda. Tenemos que valorar lo que tenemos y no buscar impresionar a los demás por las cosas materiales que poseemos. Que la felicidad y el sentido de valor es un sentimiento interno que tú mismo generas, no te lo da nada ni nadie.
Estas son mis impresiones de mi segundo día aquí en África, Zambia. Deseo que este relato te ayude a ver la vida desde otra perspectiva. Es muy importante aportar cada uno su granito de arena para hacer del mundo un lugar mejor. Espero que hayas disfrutado leyéndolo y puedas compartirlo para concienciar a la gente de la importancia de ayudar a los demás.
Víctor Villán